La respiración profunda

La vida y el aliento son palabras sinónimas. Vivimos mientras respiramos, y respiramos todo el tiempo que dura nuestra vida. El aire es el alimento más importante de nuestra sangre, la cual, a su vez, alimenta nuestras células, nuestros tejidos, nuestros nervios, nuestras glándulas y nuestros órganos. El estado de nuestra piel, de nuestros huesos, dientes, cabello y uñas depende del estado y de la condición de nuestra corriente sanguínea. Todas las actividades de nuestro cuerpo, desde la digestión hasta el pensamiento creador, dependen del suministro de oxígeno. Sin embargo, miramos la respiración con absoluta indiferencia y no le concedemos una verdadera atención.
El alimento no puede conseguir su objetivo de nutrir el organismo, si previamente no ha sido transmutado en sangre sana y en tejido de células. El oxígeno es el que lleva a cabo esta operación.

Para que una persona goce de buena salud, necesita hacer por lo menos sesenta respiraciones profundas por día. La respiración profunda no sólo alimenta nuestro sistema, sino que además lo limpia. Tenemos que aprender a respirar en la forma debida.

Después de haber descubierto los efectos poderosos de la respiración en nuestros cuerpos y en nuestras mentes, los yoguis han elaborado el sistema más completo y detallado de ejercicios respiratorios. Empieza con la sencilla respiración profunda, que tiene por objeto mantener el cuerpo sano, y termina con un tipo complicado de respiraciones (Pranayamas), que se propone despertar las fuerzas latentes que duermen en todo hombre.

Prana quiere decir aliento, energía absoluta; Yama significa retención y pausa. Y de esto consta todo Pranayama: de ciertos modos de inhalar y exhalar el aire y retener la respiración. El Prana, según los yoguis, es una energía cósmica vital; un principio vivificante que existe en la atmósfera, de cierta manera fluida. También se encuentra en la luz solar, en el agua y en el alimento. Se manifiesta en cualquier forma de vida, desde la bacteria al hombre y desde los minerales a las plantas.

Los yoguis afirman que sus ejercicios de respiración controlada pueden elevar el grado de circulación de Prana en el cuerpo, y que la absorción del mismo se acrecienta y estimula cuando la mente colabora con los procesos de respiración.

La respiración profunda alimenta y purifica el cuerpo y le ayuda a fortalecer su poder de resistencia contra los ataques de la enfermedad. Influye, además, en la mente, calma las emociones y relaja, o sosiega, los nervios. Se debe practicar en una habitación bien ventilada, y se debe evitar hacerlo con el estómago lleno. Es muy importante hacerlo en postura de loto, con la columna vertebral erguida. Se puede practicar acostado también, conservando la espalda recta.

Comience la respiración contrayendo ligeramente la garganta y vaya aspirando el aire lentamente, con la boca cerrada. Oirá usted un pequeño silvido o soplo en la parte de atrás de la garganta. Esto indica que está usted practicando la respiración como es debido. No levante el pecho mientras está inhalando, sino deje que la caja torácica se expanda libremente hacia los costados. Ahora exhale lentamente el aire, con el mismo sonido de silbido o siseo (similar a un ronquido suave), mientras contrae la caja torácica y mete hacia adentro ligeramente el estómago.

Acaba usted de hacer una respiración profunda. Repetir 3 o 4 respiraciones cada vez, varias veces al día, e ir agregando en cantidad hasta llegar a 60 por día.